agosto 30, 2009

EL NUEVO GREMIO DEL CAFÉ

Por: Santiago García Jaramillo

Concluyó el jueves pasado el proceso de elección del” Zar del Café”, y como era de esperarse el nuevo país cafetero se impuso sobre los departamentos que tradicionalmente han representado mayoritariamente la caficultura; al menos en lo que respecta a Caldas es totalmente comprensible, pues hace mucho tiempo nuestros representantes al comité nacional dejaron de interesarse por los cultivadores del grano y por su producción, para preocuparse por guerras burocráticas como la que acaba de terminar.

El proceso que culmina no es la imposición de un gerente por parte de un gobierno autoritario, como lo quiso hacer parecer el Doctor Mario Gómez Estrada, pues habrá que recordarle que la federación administra recursos públicos del Fondo Nacional del Café, y que no se puede actuar con maniqueísmos diciendo que se requiere del gobierno, cuando conviene a los representantes, pero acusándolo de dictatorial cuando opina legítimamente en una elección que le incumbe. Lo que demuestra la elección no es la imposición de un gobierno, demuestra la debilidad de liderazgo que hay en el gremio cafetero en especial en un comité tan tradicional como el caldense. A propósito, ¿si la democracia cafetera es tan solida, por qué, en Caldas, no se le consultó a ningún comité municipal si estaba de acuerdo con el voto que depositaría el representante del departamento?.

Preocupa además todo el manto de duda que se teje entorno a la elección del Doctor Genaro Muñoz, el Doctor Gómez Estrada, en entrevista al diario la Patria daba cuenta de los rumores de ofrecimientos burocráticos a cambio de votos, que bueno sería que la justicia, tan activista a la hora de investigar y condenar políticos por supuestos cohechos, jugara un papel activo ante rumores tan alarmantes en la elección de un alto ejecutivo de una entidad que tiene en sus manos el manejo de grandes recursos públicos y el patrimonio de más de quinientas mil familias trabajadoras de nuestro país.

Los cafeteros, entendidos estos como quienes día a día sufren en sus parcelas los altos precios de los fertilizantes, quienes dependen del comportamiento de los precios en la bolsa, del precio del dólar; que tienen su producción a merced del clima, aquellos que deben pagar altísimos precios por la recolección, y no quienes cómodamente, en amplias oficinas esperan jugosos salarios, no tienen otra opción que estar decepcionados ante la elección del nuevo Presidente del gremio, pues esperanzados en que llegara un aire de renovación, que se superaran los discursos políticos y las viejas camarillas, y llegara efectivamente, y no solo de palabra, el momento del caficultor, ven que la realidad es otra. Se replican las viejas costumbres, las mismas de la época de Cárdenas Gutiérrez, se vuelve a la época de aquellas personas cuyo balance como administradores del patrimonio cafetero les debería dar vergüenza.

El nuevo país cafetero se ha pronunciado, y lo ha hecho a favor de mantener al frente del gremio cafetero las mismas personas que por ya más de 25 años lo han hecho y no con resultados precisamente plausibles. Y en Caldas, en especial, para los representantes al comité Nacional de cafeteros debe quedar una honda reflexión, la debilidad de su liderazgo es latente y ya es hora que nuevas personas tomen la vocería de los caficultores de Caldas, pues de seguir la camarilla actual no solo peligran unos votos en un congreso cafetero, sino la ya reducida cultura cafetera de Caldas.

agosto 24, 2009

EL CÓNCLAVE CAFETERO

Por: Santiago García Jaramillo

El proceso de elección del sucesor de Gabriel Silva Lujan en la Federación Nacional de Cafeteros ha dejado en evidencia la realidad que se esconde detrás de los supuestos voceros de los caficultores, simples defensores de intereses privados que buscan mantener o aumentar su poder en la jugosa burocracia que ofrece el gremio cafetero. Basta observar rápidamente los nombres que han pasado por la terna para darse cuenta del fiasco que se ofrece: el ungido del anterior gerente, los que creen que a la federación se llega a hacer contrapeso al ejecutivo y hasta los que declinan para que sea la nominación y no la derrota lo que se plasme en sus hojas de vida, solo por nombrar algunos.

Sin embargo merece especial atención las declaraciones dadas por Mario Gómez Estrada al diario “La Patria”, que en medio de esta sucesión no pueden pasar desapercibidas. En un tono beligerante, que pocas veces le escuchamos al Dr. Gómez cuando se trata de defender la caficultura, critica la terna que se votará el próximo jueves en el congreso cafetero, y resulta risible que sea él quien proponga la creación de “unas normas que no permitan que una camarilla se tome una institución y se perpetúe”, ¿ignora acaso el doctor Gómez los años que lleva reeligiéndose en comité nacional de cafeteros?, ¿olvida de pronto que durante 19 años hizo parte de la “camarilla” de Jorge Cárdenas Gutiérrez, entregando un nefasto resultado para la caficultura, con la desaparición de ACES, la quiebra de Bancafe, y la miseria de los cafeteros reales, aquellos que viven de sus fincas y no de jugosos salarios en Bogotá?; si de acabar camarillas se trata, empecemos por el departamento y ojalá en esta reforma que en buena hora propone el representante Gómez Estrada, se incluya un límite a los periodos de los miembros de los comités de cafeteros.

Otro de los puntos que llaman la atención en las declaraciones de Gómez Estrada, es compartido por Rudolf Hommes, quienes llaman a Juan Guillermo Ángel “enemigo de los cafeteros”, por sus debates de control a la Federación. Ignoran que quienes se preocupan por el manejo del Fondo Nacional de Café no son enemigos de la caficultura, sino defensores del patrimonio de los cafeteros, que cada día se torna más etéreo. El proyecto de ley, Dr. Gómez Estrada, para repartir estos recursos a prorrata de las hectáreas, es devolverle a los cafeteros un ahorro, que hoy en día ni siquiera saben si existe o en que se usa; dirían las abuelas de nuestra región que es mejor “pájaro en mano, que cien volando”.

El jueves se define el nuevo gerente de la federación, y ahora si le sobran abogados a los caficultores, ¿Por qué cuando se discuten reestructuraciones de deudas, auxilios a los cafeteros, y en general medidas que beneficien a los cultivadores del grano, no escuchamos de ninguno de estos personajes, tan solo los vemos en los foros aplaudirse los unos a los otros, pero cuando se trata de la elección de un puesto con un alto poder presupuestal y un alto control burocrático llenan los titulares de prensa con una defensa por los cafeteros que nunca más les conocemos?.

agosto 10, 2009

REFUNDANDO LA ESPLÉNDIDA COMARCA

Por: Camilo Vallejo Giraldo

Manizales es una ciudad con un amplio y complejo superyó, una ciudad que desde hace tiempo, mientras con testarudez intencionada procura parecerse a una Atenas mal reproducida, rehúye a las “heridas narcisistas” que ponen en evidencia su debilidad, sobretodo su naturaleza disimulada que tanto le gusta adornar con disfraces oportunos.

Hoy, cuando los manizaleños cantan para brindarle un beso al nombre de su ciudad, parece que de manera voluntaria o negligente no ofrecen nada distinto que la misma demostración que tuvo Judas con su maestro al besarlo en la mejilla. Hoy, cada vez que un manizaleño se obstina en exaltar los valores de su ciudad sin otra consideración distinta a que son los valores de su “polis” (un argumento algo autorreferencial), sólo demuestra que Manizales no es más que una ciudad que se traiciona a sí misma.

Hace años, cuando ya convivían grecocaldenses y azucenos, en los pueblos de Caldas los campesinos morían masivamente en duelos de machete, pero en su capital la desidia y el silencio se alzaban como estandarte de un pacto político que permitió que Manizales fuera, desde entonces, no sólo ese excelente vividero que hasta hoy predica ser, sino una isla de paz entre el mar de sangre, un campo de guerra muda desde donde se disimuló la barbarie, desde donde se ignoró de manera conciente, desde donde se incitó a la violencia con socarronería para no más que conseguir algunos votos acabando de paso con los del color contrario. Manizales es una sociedad “enroscada”, como bien lo define uno de los políticos manizaleños más relevantes (que seguro por manizaleño, y dando fe de su sentencia, insiste en que no se pronuncie su nombre), es un pueblo que, habiendo preferido el placer de la paz que se pactó sobre el sacrificio de sus propios hermanos, habiendo sucumbido a la cobardía de no romper el pacto para no salir de la camarilla, se construyó sobre la tragedia y la desdicha de su propia región, de su propio departamento.

Pero esa enfermedad social se perpetúa, no sólo en el ámbito de la violencia que continúa produciendo a diario desplazamiento y homicidios en los pueblos de Caldas, sino también en otras esferas que Manizales pareciera insistir en desconocer. Y no hablaré a fondo de ese vetusto desprecio por los municipios que muchos de los más manizaleños practican, ni del generalizado y frío interés que existe por parte de la capital de construir un verdadero departamento, ni mucho menos sobre la incomunicación e insolidaridad que azota a los pueblos, sólo diré que Manizales es una capital que obligadamente ha entonado el himno de su departamento, es una localidad cuyos líderes y emprendedores (liderdedores y emprénderes) sueñan con una ciudad pero poco con una provincia, es una población cuyos empresarios ven los municipios como oportunidades de negocio antes que como cofrades, es una ciudad cuyos políticos ven a Caldas como un mapa electoral y no como una esperanza colectiva, es una sociedad que olvida los orígenes de donde vinieron muchos de sus abuelos.

Aunque la situación actual tanto de Caldas como de Manizales podría ser al menos un pretexto para optar por otra visión y cambiar, parece que los manizaleños seguirán en lo mismo, y hablo en general, porque así digan que es odioso, y así haya indicios de que este proyecto de exclusión y aislamiento de los municipios es agenda de unos pocos, es la otra gran mayoría la que insiste en permanecer cobarde y placenteramente en la “rosca”; es la mayoría para quienes el silencio es una decisión.

Caldas es la constitución misma de Manizales, es su procedencia, su encrucijada y su sueño postergado; el reencuentro de lo caldense es la posibilidad de ser y negarlo es traicionar a la ciudad, es dejarla condenada a su propio narcisismo. Ya en 1966 Manizales actuó con displicencia desafiante en la escisión de regiones enteras que no hicieron otra cosa que demandar reconocimiento, por su bien pueda ser que no vuelva a ocurrir tal equivocación, porque ya el Occidente mira con buenos ojos hacia Risaralda, ya el Norte hasta comparte imaginarios con Antioquia, y el Oriente hace rato que no deja de observar el sol que se alza desde las tierras del Tolima y de Cundinamarca. ¡Qué deuda inmensa tenemos aún los manizaleños!